CAPITULO 1
el castillo en las nubes


jueves, 19 de julio de 2012, 16:46 | 65 comentarios

l sol débilmente se asoma por las ventanas del viejo, pero imponente, casón en medio de las montañas de aquella nación en Kiruna. El aire mecía levemente las cortinas blancas de lino, colándose por la ventana abierta de madera que aún tenía; ese color café claro característico de la época en la que fue tallada a mano por algún gran maestro artesano, una hoja color ámbar de “abeto” logro hacerse camino hasta la amplia cama que se encontraba en el centro de la habitación rodeada de antigüedades invaluables, de esas que tienen olor a viejo, en la cual cuyo ocupante aun dormía. Se perdería entre el color de las sabanas si no fuera por su respiración tranquila. jurarían que un fantasma le dio sueño y decidió visitar a Morfeo; aquella hoja se alojó en la frente clara, casi desafiando al marfil de aquel sujeto. Su entrecejo se frunció al sentir la descarada intromisión y abrió lentamente sus ojos aceitunados quitándosela y mirándola un momento antes de sentarse para estirarse en la cama y despertar de su sueño reparador, volteo a su izquierda y miro el reloj, las 8:15 am- 8 ºC; suspiro y se arregló el cabello plata, canoso, que lo caracterizaba a pesar de no rebasar los 18, una ironía de la vida sin lugar a dudas.
Deslizo sus pies al borde de la cama y descalzo fue hacia la ventana para dejar ir la hoja con el suave y frio viento de la mañana hacia otro destino más afortunado que su habitación, miro el cielo blanco, claro, sin una pisca de sol, pero a la ves, luminoso. como si prendieran muchas luces neón. Cerro la ventana, pues a pesar de ser tolerante al frió, no quería que; su mayordomo, amo de llaves y maestro particular lo regañaría si se llegase a enfermar, lo cual ya no le funcionaba de excusa para bajar al pueblo.


- sonrió un poco al pensar eso, pues Milo era como un segundo padre desde que era pequeño, reforzándose más su lazo cuando su padre murió hacia un par de años atrás; así pues, decidió empezar su día, un día nuevo, uno común, un día igual que los otros 364 días del año… bañarse, vestirse, bajar, desayunar, tal vez mirar el diario local… su rutina no tenía futuro, se decía así mismo una y otra vez mientras comía un bocado de melón finamente decorado con cubiertos de plata empuñados con su escudo familiar “el lobo” en plata victoriana, si bien, debería de sentirse afortunado por su posición económica, para el su mera existencia era una maldita monotonía… de que le servía el dinero? De que le servía el renombre? Si se encontraba solo. y no solamente en su mansión de más de 100 habitaciones, si no en el mundo entero…,
En silencio termino su melón, apenas comiendo unos cuantos bocados.
Un hombre de edad avanzada con un fino traje negro le daba un te sin hacer el mínimo ruido al servir. –Señor Dante…*decía despacio el mayordomo mirándolo*-debería de comer más, últimamente ha adelgazado mucho. ¿que diría su padre si lo viera tan desenforma? el, que siempre le indicaba que debería de trabajar no solo su mente, si no su cuerpo…*decía estricto pero preocupado por el joven*-… lo siento… no tengo hambre, prometo comer más en la comida Mailo…*decía despacio mirándolo, sonriendo vagamente*…un suspiro se hizo presente en el hombre y asintió*… -bien, entonces, empecemos con las clases de artes. le he traído los pinceles y pinturas naturales que me pidió, están en su estudio…*decía mirándolo con una sincera sonrisa, pues sabía que aquel solitario joven no había cosa que lo hiciera más feliz que pintar o al menos eso creía.


Dante lo miro y un reflejo de felicidad paso fugazmente por sus ojos*.. -Gracias Milo…  *Decía emocionado como mejor podía expresarlo levantándose casi de inmediato en un auto reflejo dirigiéndose a su estudio el cual estaba repleto de cuadros de todo tipo, paisajes, figuras, objetos, fruta, todo excepto personas. Tan solo destacaba por su peculiaridad, en el fondo del salón, arriba de la enorme chimenea con trampilla enrejada ,un cuadro de un hombre viejo, pero con expresión ruda, que en algún tiempo tuvo cabellera rubia, la cual se opacaba por las canas que parecían desafiar su tono natural.
A su lado, recargado en su pierna, con una gran sonrisa, estaba un niño de apenas unos 8 años. Usaba un traje de etiqueta gris y un escudo de lobo. Sonreía, posando emocionado, pareciera que en algún tiempo sus 47 músculos faciales sabían cómo funcionar y sonreír; el chico de la actualidad parecía haber olvidado bien su movimiento; sin mas...
Dante se acercó al paquete que estaba en una mesa con muchos botes y pinceles, algunos aun sucios, y lo abrió sacando la pintura, yendo con un cuadro cercano, eso era lo único que podía hacer, su única diversión, un artista incomprendido, un artista que vivía solo en un enorme mansión entre montañas al este de Suecia, donde las nubes lograban taparlo la mayor parte del tiempo. Pasaba sus días retratando paisajes que solo existían en su imaginación sin tener oportunidad de alguna ves visitarlos, el ya no se deprimía, ya no ponía objeción cuando Milo le prohibía ir al pueblo cercano pues aun recordaba aquellas miradas de la gente, aquellas frías miradas que hacían que el hielo pareciera cálido, su apellido era odiado y respetado, su aspecto no ayudaba mucho pues, siendo albino, llamaba la atención a cualquier lugar al que llegara. No le agradaba eso, pero estaba interesado en saber cómo tratar a las personas, lo cautivaba ver a lo lejos una charla, unas carcajadas, unas sonrisas, sentía celos. El también quería hacer eso y para empeorar la situación su familia más cercana estaba en Japón y no les hablaba mucho pues su padre, un hombre que en vida era reservado pero cariñoso, le prohibió ir a visitarlos cuando vivían en Alemania. Aunque el nunca pregunto o hizo especulaciones del porque la prohibición; 


Termino el cuadro y sonrió subiéndose a una escalinata donde lo colgó mirándolo desde abajo- otra ventana…*decía despacio para si mismo pues para el, cada cuadro, significaba una puerta a otra dimensión donde tal vez podría mirar más que las nubes que rodeaban la mansión;
bajaba yendo al otro extremo del cuarto para tomar otro lienzo en blanco para empezar uno nuevo. Todo parecía no tener fin hasta que un golpeteo lejano con el picaporte de hierro en forma de cabeza de lobo se escuchó en la enorme mansión haciendo sobresaltar a Dante, interrumpiéndolo en su nueva creación. Mientras tanto, un hombre alto con pelo rubio algo largo se encontraba parado afuera, con un grueso abrigo que lo hacía ver más imponente de lo que ya era. 
Milo se acercó a la puerta con caminar casi de gato, sin escucharse, y la abrió mirando a aquel hombre el cual se presentó quitándose su sombrero-  Cain… - decía despacio mirando al mayordomo- mi nombre es Cain Knightrohead, soy primo de Dante; he venido por el para llevármelo…-decía aquel sujeto a Milo con una leve sonrisa, mientras que Dante curioso abría un poco la puerta de su estudio asomándose sin reconocer bien aquel tipo alto, ¿sería posible? ¿El lo sacaría de aquel lugar? ¿El lo sacaría de aquel "castillo en las nubes”?. 


Sintió una emoción indescriptible pero no sabía cómo expresarla, salió por completo mostrándose ante el extraño y se acercó a el despacio- Primo?...*Decía Cain al verlo y sonrió*.. he venido por que se me informo aunque algo tarde que tu padre… mi tío… como última voluntad me indico que me encargara de ti en tu etapa en la universidad, se que toda tu formación ha sido privada en tu casa… pero es hora de que conozcas el mundo real…*Decía despacio tomándole un hombro a Dante el cual miro a Milo algo cohibido sin saber bien que responder y miro de nuevo a su primo*… no ira Milo?...*Decía despacio a Cain el cual sonreía negando* no… no ira Milo… el ya te cuido lo suficiente es hora de que descanse…*decía soltándolo mientras que Dante volvió a ver a Milo una ves mas y ahí fue donde se dio cuenta de eso. Su cara se veía con mas arrugas y ya no estaba tan derecho como cuando el era un niño, también juraba que había perdido unos cms pero era que Dante había crecido esos cms. Milo le sonrió a Dante haciendo que su cara mostrara aun mas arrugas*… yo hare lo que el amo diga…*Decía despacio fiel a este mientras que Dante con todo el dolor, el miedo y la emoción que empezaba apoderarse por la noticia negaba*…No… está bien, ahora debes descansar Milo… *Decía viéndolo yendo hacia el* cuida a papá cuando yo me valla…*decía en un susurro, pues el siempre iba a visitar la tumba de su padre en medio del bosque, en un claro donde la luna siempre la bañaba cada noche*…y pórtate bien…*Decía como último abrasándolo sin decir nada ante la mirada de Milo el cual sonreía nublándosele la vista por un par de lágrimas que molestaban con salir*… usted también pórtese bien amo Dante…*Decía despacio mirándolo*…Cain miro eso*…Lo cuidare bien yo y mi familia…*sonrió a Dante* tienes muchas personas que cuidaran de ti… y que te esperan impacientemente en Japón.

Autor: Cain N.








PROLOGO


domingo, 15 de julio de 2012, 22:40 | 0 comentarios



Una noche estrellada con la luna llena en lo alto bañando las praderas, el viento meciendo los olmos cercanos al riachuelo y un grillo creando música a lo lejos es como se abre el escenario a los pasos apresurados de dos jóvenes amantes haciendo eco sordo en la llanura; las manos entrelazadas del amor prohibido, el corazón latiendo al son de la adrenalina y una promesa irrompible quedando pactada ante la luz blanca que los bañaba…"



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