JEE SUNG
la desgracia, no siempre tiene fin.


sábado, 25 de agosto de 2012, 21:33 | 1 comentarios


Los días habían transcurrido como era habitual, o por lo menos aparentemente eso parecía. entonces, si… salgo contigo, me ayudaras a solventar los gastos del café?- decía yoo, jugando con sus manos de manera insegura, acorralado contra un árbol en el parque cercano al café. 
La noche empezaba a caer tranquilamente, sin prisa alguna. 
Las voces de las personas que recorrían el lugar apenas se escuchaban como susurros en aquel rincón escondido. -lo único que deseo es que estés bien, y que sigas mostrando esa bella sonrisa que tienes a la hora de cocinar- decía un joven de cabello negro y largo, de complexión fornida y de gran altura. Sus ojos eran rasgados y de un profundo color negro, su piel blanca y poseía en su rostro una sonrisa confiada. Vamos, ambos sabemos que tus abuelos tarde o temprano se darán cuenta de sus deudas… - susurro cerca del cuello de Yoo, empezando a besar y morder, mostrándose ansioso por poseer al chico.

 y dime, ¿co… como te harás cargo tu de eso? Yo no tengo la manera de devolverte ese dinero, ¿estas consiente de eso?- el otro joven sonrió, su nombre era Jee Sung, al igual que yoo, provenía de corea, hacia un par de días que había rondando la cafetería, veía a Yoo atender y preparar los postres, día tras día, siempre a la misma hora, sentado en la misma mesa, con esa sonrisa cínica, única en aquellos que obtienen siempre lo que quieren, cuando quieren. por favor, ya no eres un niño, tu sabes que clase de trato te estoy poniendo sobre la mesa. Te ofrezco dinero a cambio de que tengas “citas” conmigo, es así de sencillo. Somos hombres, que problema tienes, no es como si fueras una damisela. ¿a que le tienes miedo?-

-no le temo a nada, en verdad no creo poder acceder…- Jee Sung interrumpió- Si, me imaginaba que podrías decir algo así, … veamos como te lo explico, recuerdas mi nombre ¿cierto? – Yoo asintió. A los pocos segundos un par de hombres, con toda la finta de bandidos salieron de entre los arboles, le entregaron unas carpetas a Sung, el cual se retiro un poco de Yoo - observa lo que hay aquí… quizá sea de tu interés –Yoo tomo los papeles algo preocupado, era información suya, de su familia y papeles del local, Sung esbozo un gesto altanero al ver como Yoo se tornaba pálido. – ¿sabes que tipo de mafia se maneja en Japón cierto? … espero que te quede claro que “tus finanzas” están en mis manos… yo decido si ese café sigue en pie, o se hunde  junto con tus viejos.. – dijo esto golpeando el tronco del árbol donde Yoo estaba acorralado, rozando su rostro, haciéndolo reaccionar- ¿m.. mis abuelos estarán bien? … -

- Te lo pondré así, los tratare como tu me trates, si me haces feliz… ellos serán felices, y si no… bueno, me imagino que ya has de tener una idea de lo que te espera. Y, Entonces… ¿Que dices?, ¿podrás hacerme un tiempo en tu “apretada” agenda?- la sangre de Yoo se fue a sus pies, sentía como su cuerpo se helaba y empezaba a sudar frio, trago algo de saliva y asintió - e… esta bien… ha... hare lo que sea, siempre y cuando mis abuelos estén bien y su cafetería crezca.- el chico sonrió tranquilamente, acariciando la mejilla de Yoo, le beso rápida y superficialmente los labios y le entrego un teléfono. – haz hecho la mejor inversión de tu vida, tu cuerpo es mio ahora. Mañana mismo te darás cuenta de lo inteligente que eres Park Yoo Ming … 



MIEDO





"El que teme sufrir ya sufre el temor"



CAPITULO 2
un amargo sazón


viernes, 3 de agosto de 2012, 14:06 | 15 comentarios

En la región de Busan hace unos 8 años en una pequeña localidad pesquera donde la brisa del mar es cálida se llevaba a cabo en una casa de clase media baja una conversación de tono serio entre un grupo de adultos. Ahí a la luz de una vieja lámpara de gas colocada sobre una mesita, había un hombre de edad avanzada sentado en el suelo con las manos en sus rodillas tranquilo y apacible junto a su mujer a la cual miraba preocupado, sujetando su mano con las fuerzas que aun conservaba de una larga y pesada vida de arduo trabajo. Vio de nuevo a la persona que se dirigía a ellos con vehemente molestia; era un hombre de carácter recio, dedicado a él orden y la exactitud, repetía claramente y con un tono frio lo inaceptable que era la conducta de un niño de apenas 8 años, un infante que hacia lo mismo que cualquier otro siendo este su gran error. El hombre hacia referencia a lo mucho que le avergonzaba su apariencia, su actitud ante la vida, su ingenuidad, pues a comparación de sus otros hermanos criados bajo el mas estricto sistema de disciplina “sobresalía” de manera equivocada, pues él ,era diferente; refuto el no aceptarlo como hijo suyo, aun menos como miembro de su familia al presentar dicho comportamiento tan desvergonzado según el. Por otra parte, tras la puerta, entre las sombras de un pasillo ya casi acercándose la media noche, un niño descalzo de piel blanca y cabello negro, miraba a escondidas la dura conversación. Con sus pequeñas manos sujetaba su pecho, sintiendo como su corazón pareciese latir lentamente de una forma dolorosa y desconocida, él había desilusionado a su padre, aun no sabia exactamente como o porque, pero sabia que seguramente había echo algo muy malo. Elevo la vista una vez mas, viendo como los adultos se ponían de pie y hacían una reverencia uno frente a el otro, y le dio la impresión de que habían cerrado un trato, rápidamente corrió a su habitación, escondiéndose bajo las sabanas con decoraciones de flores algo viejas en busca del calor de alguien que pudiese protegerlo; pesadas eran las lagrimas que cubrieron su rostro cuando no encontró a nadie, escucho unos pasos lentos, casi arrastrándose tras su puerta, la cual al abrirse lentamente crujió, como si le doliera esa habitación perder a su pequeño ocupante; de repente se escucho una voz que anunciaba con tristeza, el fin de la ingenuidad del menor. -Yoo, despierta pequeño, te quedaras…un par de días con nosotros, tus abuelos, por fin podrás conocer Japón- Decía la anciana, suavizando las palabras, con el amor maternal que la caracterizaba. El pequeño la miro detenidamente, su rostro le recordaba tanto al de su madre, sintió por primera ves algo que después conocería como "nostalgia” pues esos días se transformarían en meses, y esos meses en años, el no volvería nunca con su familia, ya no era parte de esta. No le quedo mas que asentir mirando a sus abuelos fijamente, bajando poco a poco su rostro. Recostado ya en su cama se despidió de todo aquello que conocía, sabiendo que nadie esperaría su regreso a fin de cuentas nació solo. por lo tanto terminar solo era una opción mas que tentadora… Las noches y los días pasaron y tal como predijo el joven, Yoo nunca regreso a corea, se instalo en Japón con sus abuelos, en una pequeña casa que después acondicionarían como un café algo modesto, localizado cerca de un parque y escuela loca. Aprendió el arte culinario revolviendo especies y verduras, sin contar las innumerables quemadas en sus brazos echas por la lumbre o el aceite caliente las cuales fueron disminuyendo al pasar los años hasta dominar por completo la cocina en todas sus áreas. Su educación fue básica pues sus abuelos no tenían los recursos para darle algo mas, solo le heredaron el buen gusto y la perfección al escoger los ingredientes perfectos para cada cosa inclusive una taza de chocolate caliente.
algo tan simple que cualquiera al parecer podría hacer era diferente en sus manos, pues ponía en practica la sabiduría de recetas de antaño con tips adquiridos a lo largo de su corta vida. No había quien se le igualara, así el mas experimentado chef, pues su abuela había sido una excelente maestra, lo único que se podría decir que “amargaba” el sazón de Yoo era su carácter, pues por el echo de la separación con sus padres se había vuelto huraño y mezquino. No confiaba en nadie y siempre tenia esa cara de molestia la cual solo cambiaba cuando su abuela y abuelo le hablaban, había crecido poco por su escasa alimentación y no tenia muchos amigos si no es que ninguno. Pequeño yoo-kun….*decía una vos de mujer tranquila y despacio*… deberías de salir un poco mas yo atenderé el restaurante aun puedo cocinar y servir sabes? *decía su abuela sonriéndole preocupada, pues siempre se la pasaba con ellos. Cosa que no era normal para un chico de su edad*… oba-san ….*decía despacio el ahora joven yoo* no tengo ganas de salir, además me gusta la cafetería y claro que se que haces aun deliciosa comida pero debes de descansar….*decía despacio sonriéndole* tu cadera te dolerá de nuevo…*sonreía acomodando unos platos*… Pero yoo….*dijo despacio* que haras cuando yo ya no este? Eso me preocupa mi pequeño niño..*decía acariciándole su mejilla con una sonrisa*… quien te cuidara como tu vieja oba-san…*decía despacio viéndolo*… Yoo, sintió la caricia de su abuela delicadamente sobre su mejilla, pareciera pergamino raspando su suave piel, desvió un poco el rostro intentando sonreírle como si de una broma se tratase* … yo puedo cuidarme solo obba san, además tendré el restauran para seguir adelante. Ustedes me han cuidado como si fuese hijo suyo, ahora yo debo cuidarlos para que no me dejen solo por lo menos durante unos 100 años mas. *Reía* .. Anda ve con el abuelo, él te necesita más. *su rostro mostraba una frágil señal de miedo ante la idea de perderlos, siempre trabajaba arduamente, día y noche dentro de el café, nunca se había quejado de no tener tiempo de salir, de viajar, de divertirse, nunca pregunto porque no regresaba a corea, y nunca menciono palabra alguna de su deseo de estudiar en la universidad, de ser como los demás chicos, de reír como los muchos jóvenes que visitaban el lugar, de preocuparse por aprobar materias, o hacerle travesuras a sus padres escapándose de su hogar, miro a la ventana, tratando de despejarse, el lugar necesitaba muchos arreglos, y a pesar de tener una clientela frecuente, no parecía ser suficiente las ganancias, pues los gastos eran en ocasiones, mayores. Sin embargo, él era el único que sabia de eso, había escondido los sobres y cuentas a sus abuelos, diciéndoles cada vez que todo estaba perfecto, y que todo iría bien.-  Esta bien Yoo, pero recuerda que tanto trabajo tampoco es bueno, debes aprender a relajarte, todo ira bien. -Decía eso como si supiera lo que pasaba por la mente del joven, sonrió amablemente y se retiro,-como si eso fuese tan fácil...- susurro mirando a la ventana, la luna habia salido ya y brillaba hermozamente en el horizonte. -yo haré lo que sea necesario para que tu y el abuelo estén bien... se los prometo.

autor nao



LO INTANGIBLE


jueves, 2 de agosto de 2012, 18:10 | 1 comentarios



“En un mundo gris, simple e inestable, la confusión se da día tras día. No hay nada real, nada tangible, todo repentinamente se desvanece frente a los ojos como un vil espejismo que juega con la mente. Solo hay algo táctil dentro de mi realidad…la decepción y desilusión, algo que conozco perfectamente, una mirada sincera… quien es quien me sonríe?...cierto… la única persona que toma mi mano hoy dime que no es un sueño…demuéstramelo con un beso…”"



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